viernes, 2 de noviembre de 2012

Calaveras para los amigos


Llegó la parca
a la república de letras
buscando, muy contenta,
a escritores y analfabetas.

A Kirahl Nayyar
muy enferma la encontró,
prefirió sus poemas rayar
y en la cama la dejó.

Con Isadora Montelongo
fue más indulgente,
pues al leer su novela reciente
dijo: ¡Qué mujer tan inteligente!

A Sandro Cohen
por muerto ya lo daba,
pero cuentan quienes saben
que sólo de viaje andaba.

Seguía la calaca
tilica y flaca
pensando
a quién poderse llevar
y decidió a Beatriz Escalante
de un infarto sepultar.

De evento en evento
andaba Martín Corona
un famoso cuentacuentos
hasta que llegó la huesuda
a escuchar uno de sus cuentos.

A los conferenciantes buscó
y enojada reclamó:
"Tienen una deuda conmigo
hace tiempo y no me acordaba
llevarme a René Avilés Fabila,
ya que es una monada.

¡Estás loca! -dijo Alejandro Zenker
con un poco de indecisión-
¡A ellos no te los llevas
ni aunque les pagues el camión.

"En eso no habíamos quedado"
contestó la calaca,
"pues mucho he esperado,
por eso estoy muy flaca".

Con un salto despavorido
la muerte se presentó,
agarró a Felipe Garrido
y sin más se lo llevó.

Roberto Uruñuela, Marco T. Aguilera y Huberto Bátiz
la pelona se los llevó
para ahorrarse el trabajo
y llevárselos al por mayor.

El miedo y el terror
invadieron con olor a cebolla
pues la parca se llevaría
al brillante Óscar de la Borbolla.

La calavera recorrió el DF
anduvo de arriba a abajo,
buscando a los escritores
que hacían más relajo.

Al enterarse de esto,
Anaís Abreu decidió burlarla
disfrazándose de otra persona
para así poder engañarla.

La catrina muy inteligente
se dio cuenta de la travesura
y por venganza se la llevó
directito a la sepultura.

Ethel Krauze los busca
y los extraña también,
llora detrás de un ataúd
y ya no quiere comer.