viernes, 4 de octubre de 2013

De voceador a periodista: un mundo de recuerdos

El Mundo de Orizaba trae a mi mente gratas remembranzas que se remontan a mi infancia. Aunque nací en Córdoba, esta etapa de mi vida la ubico perfectamente en Pluviosilla.

 Si la memoria no me falla, en 1982 trabajé como voceador para el periódico mencionado. En ese entonces, las oficinas estaban en Oriente 6, entre Sur 15 y 17, y el despacho de distribución se encontraba en Madero y Oriente. No había teléfonos móviles ni tampoco Internet, por lo que los medios impresos de información eran de vital importancia.

 En aquellas madrugadas, los niños y jóvenes voceadores llegábamos en bicicleta o a pie y nos sentábamos a platicar en la banqueta, esperando a que doña Clarita abriera y repartiera los rotativos. Y así, caminando largos tramos y algunas calles en deplorables condiciones (por eso le decían Orizabaches), íbamos los niños gritones apurando el paso, pues la gente salía pronto a la escuela o al trabajo y había que llevar la noticia a la hora del desayuno, en virtud de que había pocos puestos de revistas y, si llegábamos después de las 10 de la mañana, la venta se complicaba.

 Los voceadores éramos fieles al diario por el que nos poníamos la camiseta: El Mundo o El Sol, aunque después vimos que no había nada de malo en intercambiarnos algunos ejemplares, con el riesgo muy personal de no vender el periódico de la competencia y terminar pagándolo uno. Y la empresa también fue espléndida con nosotros: aún recuerdo aquellos convivios de navidad y día del niño, o cuando se enfermaba alguien nos apoyaba en lo posible.

 Ya después vendría mi época como corresponsal del Diario de Xalapa, y hoy como freelancer, pero, sin duda, El Mundo de Orizaba dejó huella en mi vida y en él recorrí mis primeros pasos en el periodismo.

 
Diario "El Mundo de Orizaba (edición de 50 aniversario), No.15899, miércoles 2 de octubre de 2013, p.2.