jueves, 30 de mayo de 2013

Reforma educativa: maestros paranoicos ante una nueva ocurrencia de Estado


El 25 de febrero de 2013, el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, promulgó la Reforma Educativa para su entrada en vigor, modificando los artículos 3° y 73 de la Constitución. Durante la firma del documento, efectuada en Palacio Nacional, el titular de la SEP, Emilio Chuayffet Chemor, afirmó que ya no habría tolerancia para frivolidades y que se acabaría el tiempo en el que los intereses particulares se imponían a las necesidades de la educación pública. Al día siguiente, Elba Esther Gordillo, la ex-presidenta vitalicia del SNTE, fue detenida en el Aeropuerto de Toluca acusada de los delitos de delincuencia organizada y lavado de dinero.

 En realidad, fue la primera reforma light y exprés más fácil de gestionar para el gobierno federal y los partidos políticos, como parte de las acciones a realizar en el marco del Pacto por México, y que no tocó en lo mínimo a los poderes fácticos que tanto decían que le habían quitado al Estado la rectoría de la educación. Por lo visto, únicamente buscaba modificar las relaciones de poder y, de paso, tratar de mejorar la calidad educativa en lo posible.

 Vista de cerca, la iniciativa tiene dos propuestas esenciales y cuatro colaterales. Las propuestas esenciales son: la elevación jerárquica de la autonomía del INEE y la creación de la carrera profesional docente. Las colaterales son: crear un sistema de información educativa; la autonomía de gestión de las escuelas; el establecimiento de escuelas de tiempo completo, y la prohibición de la comida chatarra.  

 Todavía falta hacer cambios, por ejemplo, en la Ley General de Educación; crear la ley del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), y continuar con los foros de consulta para la elaboración de los correspondientes reglamentos, en los que se especifican los detalles –en los que siempre se mete el diablo- y, posteriormente, comenzará la ejecución de los mismos. También hace falta actualizar el reglamento de la Sociedad de Padres de Familia, que data desde 1980, y delimitar sus alcances, tal como se estipuló en la Ley General de Educación de 1993, pues sabidas son algunas extralimitaciones y casos de corrupción, a veces de manera coludida, con algunos directores de escuelas.

Es propiamente una reforma laboral con enfoque en el ámbito educativo porque no propone nada en lo pedagógico, pero sí condiciona los derechos laborales del personal de nuevo ingreso, ya que, para el de base, ninguna ley puede ser retroactiva. Como fundamento curricular, simplemente retoma el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica de 1993, la Reforma Integral de la Educación Media Superior de 2008 y la Reforma Integral de la Educación Básica de 2011.

 Recordemos que, como manipulación de la opinión pública, este proceso de reforma educativa comenzó con los insistentes ataques de algunos medios de comunicación a la escuela pública. Con el maniqueo y poco informado documental “De panzazo”, dirigido por Juan Carlos Rulfo y coproducido por Carlos Loret de Mola; la injerencia de asociaciones civiles como Mexicanos Primero y ahora el Consejo Ciudadano Autónomo por la Educación. Una misa de muchos padres en la que el único que no ha sido invitado, ni escuchado, es el maestro mexicano. Y es que la realidad educativa de nuestro país, como todo hecho social, es multifactorial y se explica en los diferentes contextos en que sucede. Ha faltado reconocer los enormes esfuerzos que han hecho maestros, padres de familia y sociedad en general para levantar muchas escuelas en deplorables condiciones y en contextos de extrema pobreza en las que ni el gobierno y mucho menos la iniciativa privada, han apoyado en algo. Pero eso es algo difícil de explicar para gente de poco alcance intelectual.

 Si bien algunos sectores magisteriales de Guerrero, Oaxaca, Michoacán y Chiapas se han manifestado de manera aislada en contra de la Reforma Educativa, sus inconformidades no han tenido el respaldo del profesorado nacional. De hecho, Juan Díaz de la Torre, actual líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, en entrevista con CNN en Español, expresó que su mandato tiene como puntos clave apoyar la reforma educativa, demandar capacitación para los maestros y promover la transparencia dentro del SNTE. Asimismo, afirmó que la organización gremial saldrá adelante sin la sombra de Elba Esther Gordillo u otro dirigente que haya tenido el sindicato.

 Coincido con Eduardo Andere y Hugo Aboites, para quienes reforma no es sinónimo de cambio. Para que la propuesta se convierta en una verdadera transformación de la educación, deben atenderse temas estructurales como pobreza, marginación y anticultura del aprendizaje, pues los problemas económicos y sociales han “anclado” la educación, pero no se puede poner sólo sobre los hombros de los maestros la responsabilidad de estas fallas estructurales. Si el Estado quiere un súper maestro, que invierta en su formación académica y asigne funcionarios de la SEP altamente competitivos.